"Un paso no dado
es un sueño perdido"

jueves, 1 de febrero de 2007

Enseñanza universitaria en Aragón sostenible

El debate sobre la reestructuración de las universidades para conciliar la demanda y la oferta de las carreras universitarias, últimamente, ha aparecido con fuerza en los medios de comunicación. La reciente publicación del informe Atlas de la España Universitaria, que ha dado a conocer la evolución de la distribución de los nuevos alumnos por centros y enseñanzas, ha propiciado una incipiente reflexión acerca de los costes y beneficios de la oferta actual.


La imagen que emerge de la Enseñanza Universitaria española es elocuente. Entre los cursos 1995-96 al 2005-06, esto es en los 10 últimos, el número de estudiantes universitarios matriculados en España ha disminuido un 8,6%, mientras que ha aumentado el de universidades un 14% y, en un porcentaje muy superior, el número de programas que se imparten. Estas tendencias opuestas han originado que en la actualidad más de 100 estudios (4,5% del total de España) tengan 10 o menos alumnos nuevos por año.


Esta tendencia no es coyuntural sino que continua, 1,4% de disminución del numero de estudiantes matriculados en el curso 2006-07, y probablemente se intensificará a corto plazo. La demanda de determinadas enseñanzas no va a aumentar, si no está refrendada por claras necesidades del mercado laboral, por una demografía suficiente y no hay opciones equivalentes en el entorno. Como los costes fijos por unidad docente son elevados, situaciones de mínimo número de nuevos alumnos supone costes por estudiante desorbitados, que serán crecientes y harán más difícil encontrar razones para su mantenimiento.


Estos datos estadísticos señalan que el modelo de multiplicación de enseñanzas universitarias seguido por España en los últimos años ha entrado en crisis. Por razones de conveniencia política en la intención de contribuir al desarrollo local, al equilibrio inter-territorial u otras, se crearon centros y titulaciones difícilmente viables. Ahora, cada vez hay más voces que claman para que el proceso se reconduzca de forma racional y sostenible, a la vez que se consolida la calidad de las enseñanzas.


El problema es de alcance nacional, pero, como la Enseñanza Universitaria está transferida, a las Comunidades Autónomas corresponde aplicar medidas de racionalización que algunas ya han empezado a considerar. Sin embargo, este proceso no parece que haya llegado a Aragón, aún cuando el problema esté más agudizado que la media nacional.

La reducción del número de estudiantes universitarios de 1º y 2º ciclo en Aragón en los 10 cursos de referencia ha sido del 25%, porcentaje sólo superado por Navarra, Asturias y Cantabria y que triplica la media nacional. De forma contradictoria, el aumento de nuevas titulaciones en los distintos campus de la Universidad de Zaragoza y en la Universidad San Jorge, en este periodo ha sido del 27%. Como resultado en Aragón hay, 4 enseñanzas (5%) que tienen 10 o menos nuevos alumnos año y 12 (14%) con 15 o menos.


Esta información no es nueva para las autoridades universitarias o políticas que, desde hace tiempo, conocen esa realidad. Sin embargo, no se ha abordado porque la supresión de enseñanzas, moviliza a amplios sectores sociales dentro y fuera de la Universidad. No hay rentabilidad política en racionalizar la oferta y hacerla sostenible y, con la excusa de la transformación de las enseñanzas por adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior, se ha pospuesto la adopción de decisiones. Proporciona buena imagen inaugurar cursos, instalaciones y nuevas titulaciones… pero ya no lo es tanto garantizar un profesorado adecuado para la docencia que tenga una investigación activa y sepa incidir en su entorno.


La especialización de los distintos campus, la agrupación de carreras para obtener sinergias o la concentración, utilizando enseñanzas a distancia, son soluciones que se están abordando en otras Comunidades y que hay que intentar con más intensidad en Aragón. No es sostenible el proceso de creación de nuevos campus y tampoco lo es mantener la duplicación de enseñanzas en distintos campus si éstas no tienen viabilidad. La huida hacia adelante aumentando la oferta de titulaciones en los centros, cuando haya una demanda volátil o las nuevas enseñanzas no se complementen con las del centro que las imparta, es incrementar el problema.


Fuera del cultivo del ladrillo, Aragón solo puede competir y mantener su nivel de bienestar, avanzando en la sociedad del conocimiento, para lo cual debe planificar sus enseñanzas universitarias y configurar una oferta sostenible acorde con sus necesidades. Esto es política universitaria con mayúsculas y debería estar presente en los próximos debates electorales. Si no es así, antes o después, el fracaso y la ineficiencia estarán a la vista y perderemos todos.


Rafael Navarro Linares
(Publicado en Heraldo de Aragón publicado en febrero de 2007)