"Un paso no dado
es un sueño perdido"

miércoles, 6 de septiembre de 2006

El tortuoso camino español al EEES

El proceso de adaptación de las enseñanzas universitarias españolas al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) ya lleva caminando más de tres años y medio, tiempo suficiente para vaciar las frases grandilocuentes de las declaraciones políticas, levantar pasiones y protestas sociales y experimentar cambios drásticos en la metodología y ritmos de implantación, con paradas de burro y arrancadas de liebre.

Un cambio de Gobierno y el paso de tres ministras distintas (señoras Del Castillo, San Segundo y Cabrera) se han reflejado en tres actuaciones con pocos elementos de continuidad, que están conduciendo al hastío a los responsables de las universidades cuyo trabajo es clave para el éxito del proceso y de la integración al EEES, pero que en la práctica se desdeña.

El inicio real el proceso de adaptación, en febrero 2003, fue la publicación por el Ministerio del documento marco titulado La integración del Sistema universitario en el EEES. En él se reflexionaba sobre las transformaciones a realizar en las estructuras de los estudios universitarios para alcanzar la plena integración del sistema español al EEES y se establecía una fecha optimista, 2010, para culminar el proceso con la extinción de los planes actuales. En ese momento el Gobierno, en boca de su Ministra, quería liderar el proceso de convergencia a nivel europeo. Para ello lanzó convocatorias de proyectos para el diseño de los estudios de Grado, financiando la formación de redes de universidades para que estudiaran la situación y perspectivas de los estudios actuales en España y de sus referentes en Europa, elaborando documentos comprensivos de las titulaciones que recibieron la denominación de Libros Blancos.

Con la llegada del nuevo Gobierno, en diciembre 2004, se cambió el procedimiento. Se continuó con la elaboración de los Libros Blancos que alcanzaron a todas las titulaciones, pero pasaron de ser uno de los ejes fundamentales del análisis a “una propuesta no vinculante con valor como instrumento de reflexión”. Además, la responsabilidad de elaborar las propuestas de nuevas titulaciones, que inexplicablemente se había dado a la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad (ANECA), se encomendó al Consejo de Coordinación Universitaria (CCU) formado por los Rectores de las Universidades y representantes de las CC AA y del propio Ministerio.

El CCU, de acuerdo con el Ministerio, hizo público el procedimiento a seguir tras la aprobación de los Reales Decretos que regulan las enseñanzas de Grado y Posgrado (enero 2005), estableciendo las líneas básicas de la reforma y un desarrollo en dos etapas flexibles: Una primera, antes de mayo 2005, para presentar una propuesta del Catálogo de títulos oficiales y sus relaciones con las titulaciones actuales a reestructurar y una segunda, antes de octubre 2007, en la que de forma gradual, se aprobarían las directrices generales propias de cada titulación.

Cumpliendo esta programación, en julio 2005, el CCU elevó una propuesta al Ministerio con las denominaciones de más del 90% de los posibles títulos de Grado y de Máster con directrices propias, puntualizando aspectos de importancia tales como la duración de las enseñanzas. Los rechazos sociales que generó esta propuesta de Catálogo llevaron a una rectificación de la misma en marzo 2006, estableciendo un calendario detallado del proceso de renovación de los nuevos títulos y publicando las primeras directrices.

El posterior nombramiento de la nueva Ministra y de su equipo paralizó el proceso y todavía no se sabe como va a continuar. De las intenciones sólo se conocen generalidades. Así se ha presentado como “un reto complejo, que requiere prudencia en su desarrollo, para no caer en una precipitación irresponsable, y diálogo, para que colaboren el Gobierno, las universidades y las comunidades autónomas en el marco de sus competencias”. Sin embargo, las declaraciones estivales de los responsables de su equipo no parecen prudentes, se rompe con la trayectoria anterior, se mantienen los plazos y se pierde una parte del esfuerzo realizado.

El Ministerio ahora propone el desarrollo de un marco amplio y flexible, trabajando sobre directrices relativas a las condiciones científicas, académicas y metodológicas de impartición de títulos de Grado, propuesta que no resuelve los problemas sino que los traslada a otras instancias y genera otros irresolubles en las enseñanzas que conllevan atribuciones profesionales reguladas.

En el tortuoso camino hacia el EEES mucho se ha andado, pero en direcciones distintas y la meta sigue lejos. Con mucho trabajo se han conseguidos equilibrios que un buen gobierno debería mantener, ya que el cambio constante de rumbo conduce a utilizar el esfuerzo en no moverse del sitio.

Rafael Navarro Linares
(Publicado en Heraldo de Aragón el 6 de septiembre de 2006)