"Un paso no dado
es un sueño perdido"

lunes, 9 de junio de 2003

Hacia un parque científico-tecnológico

Recientemente las páginas del Heraldo de Aragón recogieron puntualmente lo que, sin duda, constituye la mayor dotación económica cofinanciada por el Gobierno de Aragón para potenciar la investigación en la Universidad de Zaragoza. Tanto por la cuantía total, cerca de 4000 millones de pesetas, como por el procedimiento seguido, de concurrencia competitiva con evaluación externa, o por el ánimo de integración de la investigación, que se diseña, todos los investigadores nos felicitamos.


Una parte importante de esta dotación será para la construcción en el Campus del Actur, junto al Centro Politécnico Superior -CPS-, de un Centro Integrado de Investigación que alojará al Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón, al Instituto de Nanociencia y al Instituto de Bio-computación y Física de Sistemas Complejos, así como otros institutos en fase de constitución. Igualmente se construirá un nuevo centro de I+D para la fundación “Centro de investigación de recursos y consumos energéticos” - CIRCE. Sin embargo, ha pasado más desapercibido que la dotación no solo alcanza para edificios sino que también cubre la adquisición de equipos e infraestructuras de investigación solicitadas por estos institutos.


El Gobierno de Aragón hace una apuesta decidida y abre un camino que, sin duda, impulsará la investigación de calidad de los grupos más competitivos y favorecerá una contribución más eficaz al desarrollo regional. Ese mismo esfuerzo debe ser multiplicado por la Universidad, que hasta ahora no ha sabido anticiparse en su organización, ni planificar el desarrollo de unos institutos de investigación, que por su propio empuje llevan funcionando menos de un año. Su integración en un solo centro será positiva, por lo que representa de impulso, pero se hace precipitadamente sin definir previamente la organización y la dirección en que se desea avanzar.


Quedan por resolver temas como la funcionalidad de unos institutos que tendrán laboratorios y despachos en un centro integrado pero con investigadores desarrollando sus actividades docentes en la plaza San Francisco. Igualmente, falta diseñar e inducir un sistema dinámico que premie la actividad y permanentemente adapte las necesidades de espacios y laboratorios a la actividad de los institutos. Falta el reconocimiento y potenciación de la actividad del personal investigador tanto consolidado como en formación y una política de dotación de personal técnico y auxiliar de investigación. Falta, en definitiva, repensar la investigación en la Universidad a la luz de un mundo cambiante donde el conocimiento es elemento estratégico del progreso de las regiones.


La Universidad de Zaragoza está de enhorabuena, pero especialmente los centros de este Campus, porque vemos como se configura una concentración de medios de investigación y de instituciones del área tecnológica sin precedente. Así el conjunto formado por el instituto Tecnológico de Aragón, el Centro Europeo de Empresas e Innovación, el Instituto de Carboquímica, los dos centros universitarios del área tecnológica; CPS y Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Industrial y el nuevo Centro Integrado de Investigación daría un tamaño y composición suficiente para la creación de un parque científico tecnológico en Zaragoza.


A lo largo de años, hemos albergado el deseo de un instrumento de esas características en las proximidades del CPS, que facilitase la transferencia de investigación y conocimientos y convirtiese nuestra investigación en motor de desarrollo. Ahora, por primera vez, están los medios materiales junto con grupos de investigadores de excelencia, para que el germen de un parque científico tecnológico sea hoy una oportunidad más próxima y alcanzable, a ello dedicaremos nuestros esfuerzos.


Rafael Navarro Linares
(Publicado en Heraldo de Aragón en junio 2003)

viernes, 4 de abril de 2003

La Universidad y Europa

La configuración de un Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) es el ánimo del Protocolo de Bolonia, que ya ha sido suscrito por 48 estados de dentro y fuera de la Unión Europea (UE). Independientemente de las tensiones producidas por la guerra en la UE, en la próxima reunión de Septiembre en Berlín, los representantes de estos estados deben dar un impulso definitivo a su creación.


El establecimiento de una Europa del Conocimiento que favorezca el crecimiento económico, la libre circulación de profesionales y la cohesión social así como la creación de un referente europeo que incremente la competitividad de nuestra enseñanza superior frente a Japón o EEUU, son los objetivos que se persiguen.En Febrero, el Ministerio de Educación Cultura y Deporte difundió un documento marco con las guías de esa transformación, que fue bien recibido por la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas celebrada en Zaragoza días después. Aún con aspectos por definir, se establece el año 2010 como fecha límite en que la educación superior española deberá estar completamente adaptada al EEES y aboca los próximos tres años a procesos acelerados de cambio para que los planes de estudios de las nuevas titulaciones comiencen no más tarde del curso 2006-2007.


Las implicaciones del EEES son muchas y sin duda supondrán transformaciones profundas tanto para la Universidad como para la Sociedad. Algunas de esas incidencias para la Universidad serán:

  • La armonización de la duración de las titulaciones universitarias, que seguramente pasarán a ser de cuatro años, junto a una reducción significativa del catálogo actual de titulaciones que será el mismo en todo el EEES.
  • La posibilidad de transferir estudios realizados en distintas Universidades y países para obtener un título, que conllevará el pleno desarrollo del suplemento al diploma, que dará cuenta transparente a los empleadores de la formación e itinerario seguido.
  • Un cambio de la docencia que pasará de basarse en la impartición de conocimientos (horas lectivas de clase) a la del aprendizaje (horas que el alumno necesita para adquirirlos), a la vez que se establecerá la formación como un proceso a mantener de por vida.
  • La desaparición de la distinción actual entre Escuelas Universitarias y Facultades o Escuelas Superiores de Ingeniería, que puede conducir a centros distintos en la misma ciudad y con las mismas funciones y cuya solución exigirá consenso, imaginación y determinación.

Del lado social y de las administraciones estatal y autonómica destacan:

  • La desaparición, por confluencia, de las titulaciones de grado medio y superior en una sola con los nombres de licenciados, ingenieros y arquitectos, que cambiará significativamente las competencias de muchos colegios profesionales y en especial de los de ingeniería.
  • La modificación de las condiciones de acceso a los colegios profesionales, que podrían introducir procesos de acreditación añadidos a la posesión del título correspondiente y la posibilidad de que haya colegios distintos que acrediten la misma competencia.
  • Un proceso transitorio de adaptación de los actuales titulados a las nuevas titulaciones y competencias y de la sociedad en general para conocer la capacitación de los nuevos títulos que habrán de ser relevantes de cara al mercado de trabajo.
  • Un cambio en las actuales escalas de la función pública (A y B) que en el futuro convergerían a una sola, con las consecuencias presupuestarias que pueden tener las obvias aspiraciones de equiparación salarial.
  • Un replanteamiento completo y en profundidad del mapa de las titulaciones que se imparten en cada uno de los centros universitarios, que de nuevo traería a la mesa el tema de la descentralización de la Universidad.

A la vista hay tres años de transformaciones ilusionantes en los que las Universidades, los gobiernos de las Comunidades Autónomas y el Ministerio van a tener que reconsiderar trayectorias centenarias de centros y titulaciones. Del establecimiento de dialogo y consensos en esos tres niveles dependerá que la configuración del EEES sea un paso adelante en la transformación y adecuación de la Universidad a la sociedad o una nueva ocasión fallida.


Rafael Navarro Linares
(Publicado en Heraldo de Aragón el 4 de abril de 2004)